jueves, 2 de agosto de 2012

El misterio del jarrón


¡Hola a todos los lectores! Después de haberme tomado un tiempo de vacaciones, he vuelto. Pero no he perdido el tiempo, estaba pensando nuevas formas de llegar a vosotros, haceros pensar y divertiros al mismo tiempo. Ya que es verano, quería hacer algo diferente. El resultado: una serie de post llamados "Enigmas de verano". Durante sucesivas entradas del blog os iré narrando una historia con un enigma, y tendréis que intentar averiguar qué ocurrió. ¡Pues allá vamos!

La protagonista de nuestra historia es Myriam, una niña de 12 años a la que le encantan las novelas de detectives. Vive en casa con sus padres y sus hermanos: una niña de 6 llamada Ana y un niño de 9 llamado Dani. También convive con ellos un perrillo que responde al nombre de Gasol, debido a sus habilidades de pie en busca y captura de la pelota de los niños.

Cierto domingo, la familia al completo fue a pasar el día a la playa. Allí jugaron, hicieron castillos de arena y nadaron con sus flotadores y colchonetas. Comieron bocatas y bebieron zumos. Y cuando llegó la hora de volver, se cambiaron los bañadores y se subieron todos al coche. Es lo único que a Myriam no le gustaba de la playa: tener que volver a casa luego.

Cuando llegaron, Gasol les esperaba inquieto. Se aburría cuando todos salían y él se quedaba allí solo. En seguida, Ana y Dani fueron en busca de la pelota y se salieron a la terraza a jugar con el perro. Los padres de Myriam fueron los primeros en ducharse y luego ayudaron a los pequeños a quitarse la arena pegada. Luego, mientras Myriam cogía su ropa limpia para ducharse, Ana y Dani corrían a sus habitaciones para jugar y sus padres sacaban a Gasol a pasear y hacer sus necesidades. En seguida, el sonido del pianillo preferido de Dani comenzó a oírse en toda la casa.

Myriam no solía tardar en la ducha, pero aquél día se empleó a fondo, pues en los rinconcitos de las uñas no había manera de que saliera la arena. Y fue entonces cuando oyó un fuerte ruido, como si algo o alguien se hubiera caído. Preocupada, se secó con rapidez y se vistió para ver si les había pasado algo a los pequeños. Pero no, los dos estaban ilesos. Ana tenía la comba y saltaba feliz, y Dani jugaba con el pianillo, que no había dejado de sonar un instante, y un trozo de pan en la otra mano como merienda. Sus padres también acababan de regresar, y ninguno había oído nada.

Pensando que quizás había sido en casa de los vecinos, Myriam fue a la cocina a merendar. Y su sorpresa fue mayúscula cuando encontró el jarrón de la mesa de la cocina roto en suelo, hecho trizas esparcidas por toda la habitación. Todos se mostraron estupefactos cuando Myriam se lo enseñó. 

Pero, ¿quién había sido? En siguientes capítulos, veremos la investigación de Myriam y las declaraciones de los sospechosos principales. 

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